SOBRE LOS TRUEQUES Y LAS MONEDAS SOCIALES

SOBRE LOS TRUEQUES Y LAS MONEDAS SOCIALES
Declaración de la CE de 1 Febrero de 2014

Manticore y todos sus grupos teatrales decidieron hace casi 20 años,
en 1995, renunciar a la realización de actuaciones gratuitas.  En
aquella ocasión se habilitó oficial y definitivamente la vía de
posibles convenios, intercambios, contraprestaciones, con aquellos que
nos demandaran actuaciones gratuitas (es decir que, por su naturaleza
y/o circunstancias, supiéramos que no podían pagar en dinero).

La palabra "trueque" no se empleó en aquella decisión, y tampoco era
lo que teníamos en mente cuando hablábamos de intercambios y
contraprestaciones, pero ya en esa época se empezó a emplear
expresiones como "pagos en especie", aunque pensábamos más en locales,
servicios de impresión o de diseño cuando se hablaba así.  Por
ejemplo, nos hubiéramos negado a recibir un pago en especie, por muy
suculento que fuera, de tener el más mínimo atisbo que el contratante
tuviera algo de dinero.

Por tanto, sin poder afirmar a estas alturas que nos hubiéramos
embarcado en una dinámica de trueques (del tipo nuestros servicios
artísticos a cambio de bienes materiales no pecuniarios), sí podemos
afirmar que se abrió la puerta conceptual de modo oficial, tras
algunas experiencias muy ocasionales.

Las circunstancias han cambiado de manera considerable en estas dos
décadas.  Estuvimos atentos al crack argentino de comienzos del
milenio, y a la proliferación del trueque como medio inmediato de
resistencia popular, pero también como herramienta más elaborada
teóricamente.  Participamos en plataformas sociales que empezaban a
teorizar -si bien brumosamente- sobre el asunto.

Finalmente, estos duros años de profunda crisis en España y en
Canarias han hecho surgir poderosos movimientos y mentalidades
alternativos, que resitúan ese debate en primer plano, no solo el de
los trueques, sino el de la economía social, los bancos de tiempos y
más variantes, y en nuestro campo social se ha ido extendiendo
notablemente una cierta sensación generalizada de que ese terreno es
importante, independientemente de que algunos crean que es la panacea,
u otros creamos -basándonos en nuestra tradición materialista
histórica- que se trata tan solo de recursos complementarios que
tienen cabida en una táctica de resistencia y en una estrategia de
transformación.

Por ello, decidimos con esta declaración ahondar en la exploración de
las posibilidades que abren todas estas vías, y recomendamos que se
hagan pruebas a través de algunas de nuestras iniciativas.

Una de esas variantes es la proliferación de las llamadas "monedas
sociales", ya sean físicas o virtuales.  Van más allá que el "dinero"
de curso interno existente en algunos establecimientos y cadenas
comerciales, e incluso más allá de aquella moneda "Mantícora" que
acuñamos en la época del Castillo, para regular las prestaciones
internas entre miembros de nuestra Asociación.  Las monedas sociales
tienen vocación comunitaria más amplia y rompen los límites internos
de la posible organización emisora: se proyectan sobre todo un barrio
o municipio o comarca o incluso todo el país o el mundo.  Poseen,
además, la característica de que no están concebidas para especular
financieramente con ellas, a pesar de que ese peligro siempre existirá
desde que se emita cualquier moneda, para lo que se declaran ciertas
prohibiciones.  Es decir, están oficialmente exentas del concepto
"interés" o "usura".  Son simples monedas para el intercambio, para
realizar "trueques" en cadena.  También se han ido creando monedas
cifradas con características muy distintas, pero que intentan poner al
ciudadano último un poco más libre de las imposiciones estatales.

Entre todas las monedas sociales de tipo comunitario, nos alegramos de
la existencia de la moneda social virtual Demos, que en estos momentos
ya es una realidad tangible en las Islas Canarias y procedemos a
declararla como una moneda en curso que aceptamos en todos sus
extremos, sin excepciones.
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Acerca de Manticore, Mov. Teatral

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